Bañada por el resplandor ámbar de la luz del atardecer, una mujer se inclina con tranquila elegancia ante una puerta tallada en piedra. Su vestido fluido se hace eco de los suaves pliegues de sombra que la rodean, mientras que las atrevidas paredes amarillas y los altísimos cactus enmarcan una escena impregnada de calidez y calma mediterránea. Es un momento entre el movimiento y la pausa, donde el sol y la soledad se encuentran.
Bañada por el resplandor ámbar de la luz del atardecer, una mujer se inclina con tranquila elegancia ante una puerta tallada en piedra. Su vestido fluido se hace eco de los suaves pliegues de sombra que la rodean, mientras que las atrevidas paredes amarillas y los altísimos cactus enmarcan una escena impregnada de calidez y calma mediterránea. Es un momento entre el movimiento y la pausa, donde el sol y la soledad se encuentran.