Esta obra de arte presenta una composición minimalista de cinco piedras planas y suavemente pulidas, cuidadosamente apiladas unas sobre otras. Cada piedra tiene un color y una textura únicos: desde un fuerte marrón grisáceo con motas naturales hasta un delicado marrón claro y un verde intenso. La disposición es armoniosa e irradia un equilibrio interior que recuerda a los jardines zen y las prácticas meditativas.
Esta obra de arte presenta una composición minimalista de cinco piedras planas y suavemente pulidas, cuidadosamente apiladas unas sobre otras. Cada piedra tiene un color y una textura únicos: desde un fuerte marrón grisáceo con motas naturales hasta un delicado marrón claro y un verde intenso. La disposición es armoniosa e irradia un equilibrio interior que recuerda a los jardines zen y las prácticas meditativas.