"Nunca revelo el significado de mi arte. Me gusta que la gente especule."
El artista sueco Adam Priester descubrió su talento creativo cuando ilustró "La Bella y la Bestia" con acuarelas en la guardería. Desde entonces, nunca ha soltado el pincel de sus manos. Su inspiración no se limita a un ámbito concreto, sino que se deja influir por los juegos de ordenador, la cultura hip-hop, los ritmos electrónicos y la literatura fantástica. De este modo, consigue penetrar en los más diversos ámbitos de la expresión humana y confrontar a sus espectadores con un frenesí onírico de color y forma que cuestiona su propia perspectiva.