Se recuesta en el cálido silencio de una tarde repleta de hibiscos, en la que el tiempo pasa despacio y el cielo se ruboriza al ritmo de su respiración. Los pájaros se mueven como pensamientos que pasan suavemente, y las flores escuchan en silencio. Aquí, en esta tierna pausa, todo parece posible y no hay nada que hacer.
Se recuesta en el cálido silencio de una tarde repleta de hibiscos, en la que el tiempo pasa despacio y el cielo se ruboriza al ritmo de su respiración. Los pájaros se mueven como pensamientos que pasan suavemente, y las flores escuchan en silencio. Aquí, en esta tierna pausa, todo parece posible y no hay nada que hacer.