Una ilustración surrealista de una persona cuya cabeza es una flor, que lleva una taza de café y camina por la ciudad. La composición es una exploración caprichosa, imaginativa y moderna de la identidad y la vida urbana.
Una ilustración surrealista de una persona cuya cabeza es una flor, que lleva una taza de café y camina por la ciudad. La composición es una exploración caprichosa, imaginativa y moderna de la identidad y la vida urbana.
"Pinto los trozos de sueños que olvidamos demasiado rápido, los que perduran entre el sueño y la memoria."
Desdibujando la línea entre lo real y lo imaginario, mi arte invita a entrar en espacios liminales. Me atraen las atmósferas surrealistas, los contrastes vibrantes y ese espacio mágico entre la vigilia y el asombro.