Una ilustración caprichosa y surrealista de una persona con un top a rayas, cuya cabeza es una maceta con un corazón, de la que crece una planta. La obra es una metáfora creativa y encantadora del crecimiento, el amor propio y el cuidado de la mente.
Una ilustración caprichosa y surrealista de una persona con un top a rayas, cuya cabeza es una maceta con un corazón, de la que crece una planta. La obra es una metáfora creativa y encantadora del crecimiento, el amor propio y el cuidado de la mente.
"En la tranquilidad de la vida cotidiana, encuentro las chispas que se convierten en cuadros, la quietud es mi musa."
Mi trabajo suele comenzar en silencio, observando el viento, las sombras o un día cualquiera. Traduzco estos momentos tranquilos en color y forma, ya sea con acuarela o con lápiz digital.