Rodeada de exuberantes hojas tropicales y tonos calentados por el sol, se sienta con un aplomo sin esfuerzo, envuelta en una toalla, con las gafas de sol puestas, disfrutando de su propio momento de tranquilidad. Hay una fuerza calmada en su quietud, un recordatorio de que florecer no siempre es ruidoso. A veces parece descanso, presencia y alegría en tu propia compañía.
Rodeada de exuberantes hojas tropicales y tonos calentados por el sol, se sienta con un aplomo sin esfuerzo, envuelta en una toalla, con las gafas de sol puestas, disfrutando de su propio momento de tranquilidad. Hay una fuerza calmada en su quietud, un recordatorio de que florecer no siempre es ruidoso. A veces parece descanso, presencia y alegría en tu propia compañía.