Esta pieza evoca el suelo ricamente diseminado de un bosque septentrional: piedra manchada de liquen, agujas caídas y estallidos de hojas de color naranja óxido. Con sus profundos verdes oliva, grises pizarra, ocres y fríos tonos arcillosos, la composición imita la forma que tiene la naturaleza de convertir la decadencia en belleza. Abstracta, terrosa y táctil.
Esta pieza evoca el suelo ricamente diseminado de un bosque septentrional: piedra manchada de liquen, agujas caídas y estallidos de hojas de color naranja óxido. Con sus profundos verdes oliva, grises pizarra, ocres y fríos tonos arcillosos, la composición imita la forma que tiene la naturaleza de convertir la decadencia en belleza. Abstracta, terrosa y táctil.