BarbarArt JUNIQE Comprar por Barbara Wert
Diseñado por

BarbarArt

Barbara Wert

12 diseños • 2 ventas • Inwood, US
Acerca del diseño
Traducido con DeepL
Este impresionante retrato en blanco y negro capta a Audrey Hepburn en una pose impactante y minimalista que destila elegancia atemporal y sofisticación vanguardista. Tomado de perfil sobre un fondo blanco liso, el grácil cuello de Audrey, su expresión serena y su postura impecable crean un efecto casi escultórico. Lleva un espectacular sombrero en forma de cúpula de Givenchy, adornado con borlas en cascada e intrincados adornos que añaden textura y un toque de fantasía. Su elegante vestido negro -probablemente también diseñado por Givenchy- complementa la composición general con sus líneas limpias y su silueta clásica.
Tazas de esmalte de calidad superior
Material
Elegantes tazas resistentes a los golpes de 100 % esmalte
Detalles
Un encantador diseño clásico y poco peso: tu acompañante perfecto de viaje y en casa.
Instrucciones de cuidado
Se recomienda el lavado a mano.
Impresión de alta calidad
Gran calidad gracias a la sublimación resistente a la luz y a un revestimiento adicional.
Producción sostenible
Electricidad verde, pocos desechos y compromiso social.
Hecho en Alemania
Nuestro socio local de confianza elabora y estampa todas nuestras tazas de esmalte.
BarbarArt JUNIQE Comprar por Barbara Wert

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Barbara Wert

12 diseños • 2 ventasInwood, US
""El lujo no es un precio: es una sensación"."
Adéntrese en un mundo donde reinaba el glamour y cada momento brillaba con un encanto cinematográfico. El viejo Hollywood no fue sólo una época: fue una edad dorada de encanto refinado, secretos susurrados tras cortinas de terciopelo y estrellas que brillaban con un magnetismo inigualable. Desde el suave susurro de los vestidos de satén hasta la elegancia ahumada de los salones llenos de jazz, era una época en la que la belleza era equilibrada y la gracia no requería esfuerzo. Es el lenguaje de las pantallas de plata y los labios carmesí, de los romances susurrados y los esmóquines perfectamente confeccionados: un mundo en el que el estilo tenía alma y cada mirada podía contar una historia. El viejo Hollywood evoca una época en la que el glamour era algo natural. Un mundo bañado por la luz de las velas y los flashes de las cámaras, donde la elegancia no se estilaba, se vivía. Era una época de guantes de satén, siluetas entalladas y encanto atemporal. Cada momento en la alfombra roja y cada diálogo susurrado eran un retrato de la elegancia, un recordatorio de que la belleza reside en la gracia, no en la extravagancia.

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