Esta gamuza, esbozada con texturas de tinta del siglo XVIII, procede directamente de los cuentos de los pastores alpinos. Sus pezuñas parecen rozar escarpados acantilados, mientras que el nombre latino (Rupicapra rupicapra) lo ancla en la ciencia.
Esta gamuza, esbozada con texturas de tinta del siglo XVIII, procede directamente de los cuentos de los pastores alpinos. Sus pezuñas parecen rozar escarpados acantilados, mientras que el nombre latino (Rupicapra rupicapra) lo ancla en la ciencia.