Un sereno perro blanco con una oreja negra como el azabache viste un acogedor jersey de cuadros, con los ojos cerrados en un tranquilo gesto de satisfacción. Encima de su cabeza, posado tranquilamente, hay un pájaro rojo vivo, como un signo de puntuación de capricho. Sobre un fondo turquesa vibrante, la escena parece equilibrada, intencionada y extrañamente filosófica: un retrato de amistad improbable y perfecta quietud. Juntos, parecen saber algo que nosotros no sabemos. Y no tienen prisa por explicarlo.
Un sereno perro blanco con una oreja negra como el azabache viste un acogedor jersey de cuadros, con los ojos cerrados en un tranquilo gesto de satisfacción. Encima de su cabeza, posado tranquilamente, hay un pájaro rojo vivo, como un signo de puntuación de capricho. Sobre un fondo turquesa vibrante, la escena parece equilibrada, intencionada y extrañamente filosófica: un retrato de amistad improbable y perfecta quietud. Juntos, parecen saber algo que nosotros no sabemos. Y no tienen prisa por explicarlo.